Empezó el colegio ¡y los catarros!

Es genial ver cómo Jorge se ha adaptado a la escuela infantil. Habría apostado a que le iba a costar mucho más.

Al principio, lloró un par de días pero, en general, ha tenido una muy buena adaptación. Para nosotros, ha habido muchos puntos positivos: está feliz y aprende mucho de la profe y de los otros niños. Sin embargo, no todo han sido parabienes…

Al cuarto día de ir al cole, comenzó con los mocos, la fiebre y las toses. Y hoy, que ya llevamos un mes, el estado es el mismo, bueno, o quizás peor, porque hemos pasado un terrible fin de semana de gastroenteritis. La primera vez que vomitó pensé que era por una llantina que había cogido junto con la tos que tiene. Pero aquello fue sólo el comienzo de un par de constantes vómitos y sin dormir.

Prácticamente no nos daba tiempo a descansar, cuando le habíamos cambiado de ropa, habíamos limpiado la cuna, el suelo, a nosotros… todo comenzaba de nuevo. Evidentemente fuimos al hospital, y allí nos encontramos con una veintena de padres ojerosos y niños que, agotados, se hacían un ovillo en el regazo de sus papás.

¿El tratamiento? Suero, suero y suero, es decir, que el niño esté perfectamente hidratado. Jorge estuvo unas 36 horas con gastroenteritis y, de repente, sin más ni más, el tío salió de su burbujita de enfermo y empezó a corretear y jugar como siempre. ¿Qué será lo que perdemos al hacernos adultos, que nuestra capacidad de recuperación es mil veces más lenta?

Jorge pasó la gastroenteritis bastante rápido, aunque los mocos se han aposentado en su nariz y se niegan a replegarse, los muy malvados. Pero su mamá, es decir, esta que escribe, sigue con un catarrazo de espanto. A estas alturas, y después de cuatro semanas de mocos y toses, ya me he quedado afónica (alguno o alguno descansará de oírme, seguro). He intentado aguantar, tirar de paracetamol, vitaminas, miel y limón, pañuelitos a la garganta, vahos de sinus… pero ¡ya no puedo más! (que decía la canción), es hora de ir al médico a por mi chute de antibiótico.

Creo que éste es el comienzo de una larga amistad con los virus, al menos hasta que Jorge descubra que llevarse a la boca el chupete de otro es una guarrería.

Artículos relacionados

Comentarios

¡Sé el primero en comentar!