¿Cómo hablar del racismo con nuestros hijos?

Consejos para tratar el tema del racismo en familia

Hoy en día, muchos niños viven desde pequeños sumergidos en una mezcolanza mucho mayor que en el pasado: orígenes, modos de vida, discapacidades... Pero eso no impide que surjan palabras y comportamientos hirientes hacia los que se considera diferentes. ¿Qué deben hacer los padres para impedir estas reacciones? Os ofrecemos algunos consejos para tratar el tema del racismo en familia.

cómo hablar de racismo con nuestros hijos

Todo lo que es diferente produce temor

“Es difícil comprender el racismo, comenta Claire Mestre psiquiatra y presidenta de la asociación Mana. A menudo, no se explica, es una reacción instintiva que se manifiesta en nosotros, frente al otro”. El racismo está ligado a la cuestión de las diferencias. Todo lo que es diferente produce temor. Cuando no se conoce al otro, es más fácil burlarse de él y rechazarlo. Es una protección. “Al niño hay que decirle que unas simples palabras pueden herir al otro, hacerle daño, explica Claire Mestre. Los padres están ahí para dirigir las palabras adecuadas, tranquilizar a la víctima, al que es testigo o al que dice una palabra racista”.

Padres-hijos: palabras para impedir el racismo

“Los padres pueden abordar la cuestión del racismo a varios niveles, indica Claire Mestre. El discurso moral es recordar lo que está bien y lo que está mal y decir que ser racista está mal. Es un discurso necesario, pero no suficiente. También debe haber un discurso intelectual: hay que recordar que todos los seres humanos somos iguales, que todos tenemos los mismos derechos. De hecho, los insultos y las actitudes racistas están castigados por la ley. Sobre todo, hay que animar a los niños a reflexionar sobre las terribles heridas que provoca el racismo, cuánto daño puede causar y cuán inútil es”.

Más allá de las apariencias y las diferencias

Está bien decir a un niño que todos somos iguales. Pero no es suficiente. “La realidad es conflictiva, observa Claire Mestre, hay que saber matizar”. No se pueden borrar las diferencias. Existen, y algunas nos molestan: el niño violento, la niña que hace trampas... No estamos obligados a querer a todo el mundo. Pero, para vivir bien juntos, debemos respetarnos. “Es importante reflexionar con los niños sobre la apariencia, subraya Claire Mestre. Todos tenemos una envoltura. ¿Qué hay debajo? Al animar al niño a ir más allá de las apariencias, lo invitamos a entablar relación con el otro”. Sophie Coucharrière

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